Mientras la noche caía lentamente,
y las estrellas se alzaban en el cielo,
a mi mente vino tu recuerdo.
Sintiéndome feliz con tu presencia,
di un paseo debajo de la luna,
acordándome de toda tu dulzura.
Suavemente recorrí todo tu cuerpo,
disfrutando del perfume de tu pelo.
Tu piel emanaba un dulce aroma,
que me hacía estremecer de sólo olerlo,
un aroma dulce, de rocío,
que se mezclaba con la luna y los jazmines.
Tiernas palabras me decías al oído,
y me hacías volar hasta la luna.
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